Después de tantos años de estudiar recitación, declamación, ver gente recitando o leyendo poemas, me di cuenta que para mí la RECITACIÓN es otra cosa definitivamente.

Quieras o no quieras ser recitador, la poesía tiene un poder sanador y terapéutico. Abre canales, fronteras, derriba prejuicios. UNE, te dispara al espacio. Pero por sobre todo te acaricia y a veces… Te salva.

Por eso decidí abrir los talleres personales o grupales, donde podamos poner en práctica todo esto. Si bien es necesario aprender a cuidar la respiración, las cuerdas vocales, también hay que dejar que la vibración te emocione. Me aburrí de ver y oír que la gente recita y aprende a recitar para «el afuera». Quién tira la oración más larga, quién pone más volumen, o quién hace el firulete más complicado. En síntesis, quién impresiona más.

Eso es tan efímero. Son solo recursos. Terminó el aplauso, la gente piensa en otra cosa y uno se queda un ratito mimando al EGO. Y después… Nada. Por eso es importantísimo trabajar con el recitado el mundo interior. Averiguar que sentimos, que buscamos y que podemos ofrecer. Cuando uno se lleva una emoción es más rico, perdura, se extraña, se recuerda.

Y a la gente le pasa igual.

Aquí se enseña a cuidar la voz, la forma, con técnica y respiración. Se le da vida a un poema, se lo hace con el alma, se lo siente, se lo acaricia. Vas a ver que cada vez que lo necesites, la poesía estará allí, cerca tuyo.

Federico García Lorca dijo: “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”

Patricia te invita a  RECITAR. La poesía necesita nacer del alma y enamorar los sentidos.

¿Quieres vivir esta experiencia?

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Valor de la clase 20€